Fundación Alem

Sobre la suspensión de clases

Compartimos la opinión de Mónica Marquina, Consejera y Directora de la Escuela de Formación de la Fundación Alem.

  • Hay una especie de naturalización de la suspensión de clases de la que nadie advierte sus graves consecuencias, como romper con la necesaria rutina de ir a la escuela todos los días, transmitir que da lo mismo ir o no ir a la escuela, entre otros.
  • Esto sucede porque el derecho constitucional de aprender siempre se coloca por debajo de otros derechos, como el de enseñar, el de hacer paro, el de conmemorar la lucha de las mujeres, etc.
  • Para lograr que nuestros hijos se eduquen con calidad es un prerrequisito que se cumpla el tiempo escolar.
  • Y ha quedado claro que el sistema educativo argentino no está preparado, en la mayor parte del territorio, para reemplazar ese tiempo mediante tecnologías alternativas a la presencialidad”, afirma Marquina.

PROPUESTAS

  • Para cambiar, empezaría por hacer operativos los compromisos legislativos de cumplimiento de días mínimos de clase en las provincias, a través de un sistema nacional de información y gestión de la educación que permita monitorear ese efectivo cumplimiento en cada escuela de cada provincia.
  • En segundo lugar, las condiciones edilicias de las escuelas deben ser una prioridad provincial y nacional, pero hasta que esos problemas terminen de resolverse, deben existir planes de contingencia para que la clases puedan seguir dictándose más allá de imponderables.
  • Las escuelas deben tener un protocolo para los momentos en que un día de clase corra el riesgo de perderse. Hoy no hay plan.
  • Finalmente, el derecho de aprender no debe colisionar con otros derechos. Para ello debe estar muy claro qué es el presentismo y cómo se incentiva, y asumir que la decisión de parar implica también decidir no obtenerlo”.

 

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