Una propuesta de nuestra Comisión de Relaciones Internacionales.
Hace tres décadas, luego del acercamiento estratégico entre los presidentes Alfonsín y Sarney, el Mercosur inauguró un camino de diálogo y cooperación que contribuyó a la democratización y desarrollo de nuestra región.
El Mercosur es hoy un activo institucional de la democracia y de la arquitectura económica comercial de los socios porque los gobiernos que los sucedieron –indistintamente del signo político- entendieron que el Mercosur era una política de Estado.
Es una política de Estado que debemos preservar de visiones aislacionistas de los gobiernos de turno, trabajando en su agenda operativa para que dé cuenta prioritaria y efectivamente de los desafíos y consecuencias de la pandemia del COVID y la reconfiguración productiva y comercial global.
La Cumbre del Mercosur del pasado 26 de marzo demostró la existencia de profundas tensiones entre los gobiernos de los cuatro países miembros sobre determinados temas que hacen a la esencia del bloque.
Evidenció la ausencia de una agenda pro-activa que creemos es indispensable para contrarrestar las diferencias internas y sostener el proyecto político de paz, democracia y desarrollo más importante de nuestra región.
El MERCOSUR requiere hoy trabajar su agenda para encarar los desafíos actuales.
No nos aislemos. Ese nunca fue el camino.