La violencia de género: ¿Una cultura incontrolable?
Las violencias hacia mujeres, niñas y adolescentes, en todos sus tipos y modalidades, se mantienen en una meseta que no se ha podido controlar o disminuir. Eliminar la violencia sexista es una de las grandes deudas de la sociedad argentina. Establecer un diseño de política pública confiable, medible y monitoreada que la detenga, son logros que están lejos de cumplirse.
Aunque nos enorgullece contar con un marco jurídico de excelencia, la triste realidad es que las políticas implementadas hasta ahora no han logrado el impacto deseado. Desde la promulgación de la ley 26485, la incidencia de femicidios continúa siendo inaceptablemente alta, mientras que las cifras de denuncias por violencia de género reflejan la persistencia del horror en los hogares de muchas mujeres y jóvenes.
Lamentablemente, la institucionalidad destinada a combatir estas violencias se ve cada vez más debilitada y restringida. Las medidas de reducción adoptadas por el gobierno preocupan por su oscurantismo y falta de transparencia. Los atroces femicidios y los crímenes de odio por motivos de género causan incertidumbre, espanto e inseguridad, especialmente cuando los discursos contra la igualdad y la diversidad aparecen en las más altas esferas gubernamentales.
Con mucho esfuerzo, los movimientos feministas han logrado situar la necesidad de políticas públicas integrales y transversales en el centro del debate público. Lamentablemente, hoy, a 9 años de ese #NiUnaMenos de 2015, cuando las calles se llenaron de miles de argentinas y argentinos que decían NO a la violencia sexista, la única respuesta oficial se limita a una subsecretaría hoy a cargo del Ministerio de Justicia, señal insuficiente ante la magnitud del desafío.
La falta de datos fiables sigue siendo uno de los mayores obstáculos para abordar eficazmente estas violencias. Lamentablemente, los gobiernos han abandonado la tarea de construir una base de datos sólida que permita evaluar la efectividad de los planes de acción. La interrupción del trabajo conjunto entre el INAM y el INDEC ha dejado un vacío preocupante en este sentido, y los avances logrados se han perdido.
Las políticas hacia las violencias no tienen el favor de la comunicación oficial. A las muertas las cuentan y las difunden las ONG.
El diseño de un tercer plan contra la violencia hacia las mujeres y personas de la diversidad es no sólo obligatorio por ley, es estratégico y urgente. Su implementación necesita decisión política, andamiajes estatales fortalecidos, monitoreo y evaluaciones trimestrales, correcciones de desvíos y un sistema coordinado de alerta y acción en todo el territorio federal con recursos humanos especializados, que sabemos se encuentran en grave peligro luego de años y años de formación y capacitación.
Los principales problemas
Los discursos gubernamentales reflejan niveles significativos de resistencia e incomprensión hacia el sexismo, lo cual constituye una seria amenaza para la democracia representativa. Esta resistencia llega al extremo de negar la existencia de brechas de género y desigualdades en ámbitos como el trabajo, la educación, la pobreza y el acceso a espacios de decisión.
Respecto a la lucha contra la violencia de género, identificamos cuatro problemas principales:
- Ausencia de políticas públicas de prevención: A pesar de la competencia central de la ley en la prevención de la violencia hacia las mujeres, la falta de campañas públicas es evidente. El cambio cultural hacia una sociedad sin sexismo requiere campañas que promuevan la igualdad de género y combatan los estereotipos. Los ataques del gobierno a programas clave como el Plan ENIA, la Educación Sexual Integral y la Ley Micaela, demuestran un profundo desprecio hacia el sufrimiento de las víctimas.
- Dificultad en el acceso a la justicia: El abordaje adecuado de la violencia de género necesita un compromiso federal con fiscalías y justicia especializada, así como la implementación de un cuerpo de abogados especializados.
- Desigualdades en la arquitectura institucional: Las áreas dedicadas a la mujer carecen de planificación, niveles de decisión variados y escasez de presupuesto y personal especializado, lo que dificulta una respuesta integral y urgente.
- Necesidad de especialización de recursos humanos: Es fundamental garantizar el cumplimiento efectivo de la ley Micaela en todos los niveles del Estado y preservar las capacidades de la línea 144. Cada falta de atención adecuada representa riesgo de muerte para las víctimas.
Algunas propuestas para abordar la violencia de género de manera más efectiva
- Estandarizar y fortalecer las Áreas Mujer para garantizar un abordaje rápido y eficaz en todo el país.
- Mejorar la accesibilidad y la integración de la Línea 144 a nivel federal, con convenios efectivos con las provincias y un protocolo unificado de actuación.
- Diseñar protocolos federales y regionales de actuación, incluyendo sistemas de alerta y evaluación de riesgo y mesas interinstitucionales zonales.
- Garantizar el acceso a servicios de atención y a la justicia especializada, incluyendo la creación de fiscalías especializadas y equipos de guardia las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
- Descentralizar los Centros de Atención a la Violencia y garantizar patrocinio jurídico gratuito en todas las causas relacionadas con violencia de género.
- Cumplir con la Ley 27.210 sobre el Cuerpo de Abogadas y Abogados para Víctimas de Violencia de Género, que aún no se ha implementado por completo.
- Utilizar herramientas digitales para la prevención y protección de las víctimas, incluyendo aplicaciones de ayuda, geolocalización, sistemas de información y ayuda, y sistemas de alerta para controlar a los agresores.
Algunos números
El Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo publicó las cifras de los femicidios ocurridos en Argentina desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 2023. Según los datos del organismo los femicidios continúan en alza.
2020 ➡️ 295
2021 ➡️ 289
2022 ➡️ 242
2023 ➡️ 322
Durante estos 5 años se registraron 1148 femicidios
- El 2023 registra 322 femicidios, un 33 % más que el año anterior, y más incluso que en 2020 (295 casos) cuando en plena pandemia se registró un importante incremento de la violencia de género Representa un caso cada 27 horas.
- Sólo el 19% de las víctimas tenía denuncia previa.
- El 60% de los homicidios se dieron en la casa de la víctima o en su trabajo.
- Los 322 femicidios incluyen 30 femicidios vinculados, 6 personas trans, 10 suicidios feminicidas y 28 casos de muertes violentas de mujeres en contexto de narcotráfico y crimen organizado.
- 191 chicos y chicas quedaron sin madre
- 33 de las víctimas eran menores de 18 años
- El uso de armas de fuego fue, por una amplia diferencia, el método más utilizado para cometer los femicidios, dato directamente relacionado con los crímenes por sicariato. En segundo lugar, las víctimas fueron asesinadas a puñaladas.
- 22 mujeres fueron violadas antes de ser asesinadas.
- Al 6 de mayo de 2024 se registran, según la Casa del Encuentro, 101 víctimas.
También se registra un incremento de los crímenes de odio por razones de identidad de género
- Tienen como mayores víctimas a las mujeres trans (más del 80%), hombres gays (12%) mientras que las mujeres lesbianas y hombres trans ascienden al 2%
- Los crímenes de odio se caracterizan por su enorme crueldad, por lo aberrante de las violaciones y ataques contra su integridad sexual, la legitimación e incremento de los discursos de odio, los registros incorrectos al momento de realizarse la denuncia o registrar el delito.